Ver archivo adjunto 75683 He completado estos días pasados mis primeros 10 mil kilómetros en mi Renault 12 TL familiar de 1979. Intentaré ser lo más objetivo posible, ya que este coche en concreto tiene para mí un significado especial, porque fue el Renault 12 SLE familiar de mi padre, hace más de tres décadas, de los primeros coches que conduje legal e ilegal.... y hasta ahí puedo leer, jejeje.
Lo primero que sorprende es que la carrocería no es fea, y aunque para gustos hay colores, creo que NO tiene la apariencia de coche fúnebre como otros break, a pesar de que mi esposa hace un par de años cuando lo compramos, lo bautizó como funeraria, para luego cambiarle el nombre por el de "ambulancia de bomberos". La capacidad de carga, al menos en volumen, es importante porque yo he podido llevar el toldo de 3 metros de largo en el interior sin necesidad de llevar la puerta trasera abierta, únicamente abatiendo el asiento del acompañante y el asiento central trasero.
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La visibilidad es buena en cualquier ángulo, por la cantidad de cristales, y ayudado por los tres espejos de tamaño normal. Parece que dentro, de día, uno vá sentado en un escaparate. Nada que objetar a las aperturas de las puertas, buen acceso y materiales de calidad en el interior, cosas que los Renault de hace tres décadas tenían como norma y que han perdido con el paso de los años en los modelos posteriores. Sólo el paño de los asientos no ha aguantado el paso del tiempo, como suele ser común en las tapicerías Renault de los 80. Salpicadero, interruptores, techo interior, todo está como cuando se fabricó, con sus lógicas huellas de desgaste o de acumulación de mugre por poca limpieza del anterior propietario. Pero todo es funcional.
Cosa curiosa es que este familiar está autorizado para 7 plazas, y que el anterior dueño conservaba (y me entregó) el raro asiento trasero que se pone en el maletero. Yo ya conocía este sistema, y he de decir que es un accesorio exótico más que realmente útil: solo es utilizable por niños que no se maréen. El coche pesa en vacío una tonelada.
En el apartado mecánico, este modelo TL equipa el archiconocido 1289 cc, con carburador monocuerpo y 54 CV. Ayudado por una caja de cambios de 4 marchas hace que el coche no sea un caracol y se mueva decéntemente en utilización normal, con un consumo contenido entre los 8 lts en carretera (que incluso se pueden rebajar) a los 10 en ciudad (difícil gastar más aunque haga mucho frío). Mantiene unas prestaciones dignas y en carretera abierta puede circular a 120 km reales llevando el motor a unas 4500 rpm indefinidamente. Otra cosa es cargarlo como un mulo o llevar los siete ocupantes después de una copiosa comida: no es lo mismo mover con 54 caballos de un Twingo, el peso de una Renault Trafic.
Circular y aparcar en población es fácil y manejable. La dirección, frenos, visibilidad, todo ayuda a ello. Sólo hay que recordar que llevamos un coche de cuatro metros y medio, que no entra en cualquier hueco, pero afortunadamente tiene unos robustos parachoques de chapa cromada, muy de época, que suele intimidar al resto de conductores que aparcan de oído, siempre que no lleven un todo terreno con bola de remolque.... Unica crítica es que Renault colocó los pilotos delanteros en el parachoques y pueden romperse, y que el parachoques trasero sale menos que los pilotos traseros (todos) si queremos aparcar marcha atrás cerca de una pared.
En carretera se comporta bien, una dirección de cremallera precisa y suave, unos frenos dotados de un servofreno y detrás unos tambores mayores que la berlina detienen al coche correctamente siempre y cuando llevemos unas pastillas delanteras de calidad y unos neumáticos en buen estado. Observaremos que el coche se hunde mucho de morro pero se detiene, incluso puede llegar a bloquear las ruedas traseras si el compensador de frenada del eje trasero está regulado incorrectamente. Detalle importante: los frenos traseros llevan un sistema de ajuste automático de las zapatas que es conveniente revisar para garantizar la capacidad de frenada máxima y el mínimo recorrido en vacío del pedal.
La suspensión es confortable, a excepción de los baches o resaltes profundos, que hacen que el eje trasero rígido rebote y se produzca una sensación extraña, sobre todo cuando el coche circula a buena velocidad con el conductor sólo. Esa sensación se mitiga bastante cuando el coche viaja con 5 ocupantes y más despacio, pero entonces aparece una inclinación en curva que nos recuerda a algunos modelos de época Citroën: es seguro pero asusta a los que viajan de acompañantes, piensan que va a volcar. Yo recuerdo que en el coche de mi padre se pusieron nuevos los muelles traseros y los 4 amortiguadores de gas, y el coche ganó en todos los sentidos, incluído en confort.
Hablando de confort, tanta superficie acristalada y un techo que tiene el tamaño del de un autobús, en color oscuro, consiguen con sol radiante: que estemos en un horno. El sistema de aireación es normal, pero es necesario bajar los cristales de las 4 puertas, los traseros sólo lo hacen hasta mitad del hueco y hace que los pasajeros de los asientos posteriores pasen calor. La calefacción es buena y rápida, aunque a los acompañantes traseros les llega poco, y todos los cristales laterales se empañan fácilmente con tiempo húmedo, algo común en los Renault hasta los años 90. La luneta trasera lleva desempañador eléctrico, pero como pasa en casi todos los coches de más de 20 años, nunca funciona medianamente...
La mecánica no tiene sorpresas, y la buena fama mundial del Renault 12 no es un mito. Realmente hay que ser muy descuidado para que el coche presente averías graves, y aún así, nunca son intempestivas porque avisa con antelación. El sentido común, que parece que llevamos más de un lustro que se ha perdido, nos recuerda que cosas lógicas como llevar la calidad y el nivel de aceite correcto o un sistema de refrigeración en buen estado se olviden, y aún así el Renault 12 es noble y sigue andando. Las pocas cosas mecánicas que se pueden romper o desgastar en un Renault 12 se suelen encontrar fácil y baratas. Otra cosa son piezas de carrocería (Renault y la corrosión en puertas y aletas ván de la mano) o algunos equipamientos específicos, como rejillas, algunos pilotos (los grandes traseros de las berlinas) y los asientos, que posiblemente haya que echar mano de un buen tapicero, algo ni fácil ni barato.
Lo que más se suele romper en un Renault 12 (no voy a mentar aspectos lógicos como corrosión en coches de más de 30 años...):
- el escape, sobre todo en aquellos coches que sólo se mueven en ciudad
- las rótulas de suspensión del eje delantero
- desgaste de las transmisiones, rotura de los guardapolvos en el lado de la rueda
- fugas de aceite por el retén trasero de la caja de cambios, donde se introduce el eje de la palanca, y por los retenes de salida hacia cada una de las dos transmisiones
- fugas de aceite por el cárter motor (la mayoría de las veces por estar los tornillos flojos)
- el vaso de expansión de cristal se rompe en verano (los modelos posteriores ya llevan un recipiente de plástico, menos vistoso pero más longevo)
- muelles de suspensión de eje trasero cedidos
- en algunos modelos fallo del grifo de radiador de la calefacción (se queda gripado, bien abierto o cerrado)
- holgura de la palanca de cambios por desgaste de los componentes de goma que lleva en su parte inferior
- rodamientos (de las cuatro ruedas) unas veces por la inmovilidad, otras por el propio desgaste de uso, y otras por un apriete o montaje inadecuado después de haber intervenido en otras piezas del coche (por ejemplo sustituir una transmisión o reparar los frenos traseros)
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La accesibilidad mecánica es buena en general, y excelente en el caso de operaciones básicas de mantenimiento, o reparaciones comunes de frenos o puesta a punto. Única salvedad es la sustitución de amortiguadores delanteros (Renault y algunos otros talleres tenía un útil específico), o el cambio de embrague, que obliga a sacar o bien el motor, o bien la caja de cambios, del hueco del coche, ambas engorrosas. Cambiar un alternador, un motor de arranque, una bomba de agua o de gasolina, e incluso la distribución, no presentan dificultad extra porque son cosas casi a la vista inmediata y con hueco para meter a la vez la herramienta y la mano (no como en el Twingo, que si metes la herramienta no entra la mano, o viceversa)