el bielas
Miembro bien conocido
Abro este post con la ilusión de compartir el que creo que hasta ahora está siendo uno de mis proyectos más elaborados, y creo que también en el que estoy poniendo más esfuerzo mental, ilusión y tiempo desde hace varios años. Se trata de la reconstrucción de un Escarabajo 1303S, con la que estoy descubriendo un coche que para mí era prácticamente un desconocido.
La historia de este cochecito comienza, en cierto modo, veinte años atrás, puesto que pretende ser la réplica del 1303S con el cual una amiga ganó en esa época sus primeros trofeos en el mundo de los clásicos. Si no recuerdo mal su relato, un slalom en Andorra contra un Porsche. Aunque como otros clásicos que han pasado por su garaje, su VW amarillo dejó su casa para hacer hueco a otros proyectos. Sin embargo, siempre se arrepintió de perderlo, con el deseo de recuperarlo algún día argumentando que se trataba de los pocos coches clásicos que se podían usar a diario, con la sensación de solidez de un “coche de verdad”. (Esto lo dice a diferencia de su Fiat 500L, otra de sus joyitas).
Tras algunos intentos infructuosos de recuperar su coche durante estos veinte años, pensó que la única alternativa pasaba por rehacer una réplica del mismo, y los principales requisitos eran que se tratara de un 1303S, de 1973, con techo corredizo, y además de color amarillo. Casi nada, ¿no?
Cada cierto tiempo, se ponía a rebuscar por internet para ver si aparecía algún coche similar. Y el tiempo pasaba, olvidaba la idea, hasta que de nuevo retomaba la búsqueda. Y hace ahora un año, un 13 de abril, le pasé un anuncio de un coche que ella no había visto, en una época en la que se había calentado de nuevo con la inspección del mercado del escarabajo. Se trataba de un 1303S con techo, cerca de Barcelona, para restaurar. Tras llamar al propietario, el coche tenía todos los boletos para hacer el viaje iniciático a Zaragoza. Carro, excursión dominguera, y finalmente el coche aquí, en mi local, puesto que una vez terminado también pretende darle una sorpresa a su madre. Con la suerte de la familia que se lo vendió, gente encantadora de los que no abundan, que después de cargar el coche nos invitaron a comer en su casa y además nos obsequiaron con una caja de cerezas del huerto familiar.
Las siguientes imágenes recogen el momento del rescate.
Aunque la restauración comenzó el pasado verano, no me he animado hasta ahora a abrir el post, cuando he recuperado el material gráfico, así que iré añadiendo poco a poco las fotos y comentarios.
La historia de este cochecito comienza, en cierto modo, veinte años atrás, puesto que pretende ser la réplica del 1303S con el cual una amiga ganó en esa época sus primeros trofeos en el mundo de los clásicos. Si no recuerdo mal su relato, un slalom en Andorra contra un Porsche. Aunque como otros clásicos que han pasado por su garaje, su VW amarillo dejó su casa para hacer hueco a otros proyectos. Sin embargo, siempre se arrepintió de perderlo, con el deseo de recuperarlo algún día argumentando que se trataba de los pocos coches clásicos que se podían usar a diario, con la sensación de solidez de un “coche de verdad”. (Esto lo dice a diferencia de su Fiat 500L, otra de sus joyitas).
Tras algunos intentos infructuosos de recuperar su coche durante estos veinte años, pensó que la única alternativa pasaba por rehacer una réplica del mismo, y los principales requisitos eran que se tratara de un 1303S, de 1973, con techo corredizo, y además de color amarillo. Casi nada, ¿no?
Cada cierto tiempo, se ponía a rebuscar por internet para ver si aparecía algún coche similar. Y el tiempo pasaba, olvidaba la idea, hasta que de nuevo retomaba la búsqueda. Y hace ahora un año, un 13 de abril, le pasé un anuncio de un coche que ella no había visto, en una época en la que se había calentado de nuevo con la inspección del mercado del escarabajo. Se trataba de un 1303S con techo, cerca de Barcelona, para restaurar. Tras llamar al propietario, el coche tenía todos los boletos para hacer el viaje iniciático a Zaragoza. Carro, excursión dominguera, y finalmente el coche aquí, en mi local, puesto que una vez terminado también pretende darle una sorpresa a su madre. Con la suerte de la familia que se lo vendió, gente encantadora de los que no abundan, que después de cargar el coche nos invitaron a comer en su casa y además nos obsequiaron con una caja de cerezas del huerto familiar.
Las siguientes imágenes recogen el momento del rescate.
Aunque la restauración comenzó el pasado verano, no me he animado hasta ahora a abrir el post, cuando he recuperado el material gráfico, así que iré añadiendo poco a poco las fotos y comentarios.